La sífilis es una compleja enfermedad
sistémica, con proteiformes manifestaciones clínicas, causada por la
espiroqueta Treponema pallidum (TP). Su forma más frecuente de transmisión es
por contacto sexual, y a diferencia de otras enfermedades de transmisión
sexual, no se diagnostica por el aislamiento e identificación del germen
etiológico. Juegan, en cambio, un rol fundamental la epidemiología, clínica y
serología.
Etiología
La sífilis es causada por el Treponema
pallidum spp. pallidum (TP), que desciende de la familia de las
Spirochaetaceae, anaerobio estricto, que por sus características
microbiológicas específicas no ha logrado cultivarse in vitro ni diferenciarse
por marcadores inmunológicos, estructurales o metabólicos, de los treponemas no
patógenos que se han aislado de la cavidad oral y vagina. Se multiplica por
fisión en un período de 33 horas, y su poder patógeno es por invasividad e
hipersensibilidad tipo III y IV.
Epidemiología
La sífilis se adquiere por
contacto sexual, pasaje transplacentario, transfusión de sangre fresca e
inoculación directa. Un paciente es más contagioso al inicio de la enfermedad
(especialmente cuando existe el chancro, placas mucosas y condilomas planos). Luego
disminuye gradualmente hasta prácticamente desaparecer el potencial infectante
a los cuatro años de adquirida la enfermedad.
La adquisición por
transfusión de sangre es inusual por el requisito de serología en los donantes
y porque el TP sobrevive 24 a 48 en las condiciones en que se conserva la
sangre de banco. La tasa de casos reportados se ha mantenido estable en las
últimas tres décadas, con compromiso mayoritario de la población sexualmente
activa, lo que mantiene en riesgo permanente a las mujeres en edad fértil y,
por ende, a los fetos.
Síntomas
Muchas personas que tienen
sífilis están libres de síntomas por años, pero enfrentan el riesgo de
complicaciones si no se tratan la enfermedad. Aunque parece que la transmisión
ocurre a partir de personas con chancros, quienes están en la fase primaria o
secundaria de la enfermedad, muchos de estos chancros pasan desapercibidos. Por
lo tanto, la transmisión se da principalmente a partir de personas que no saben
que están infectadas.
Fase primaria
La fase primaria de la
sífilis suele estar marcada por la aparición de una sola úlcera (llamada
chancro), pero puede que aparezcan múltiples úlceras. El tiempo que transcurre
entre la infección por sífilis y la aparición del primer síntoma puede variar
de 10 a 90 días (con un promedio de 21 días). Por lo general, el chancro es
firme, redondo, pequeño e indoloro. Aparece en el sitio por donde la sífilis
entró al organismo. El chancro dura de 3 a 6 semanas y se cura sin tratamiento.
Sin embargo, si no se administra el tratamiento adecuado, la infección progresa
hasta pasar a la fase secundaria.
Fase secundaria
La fase secundaria se
caracteriza por irritaciones en la piel y lesiones en las membranas mucosas. Esta
fase suele comenzar con la aparición de una irritación en una o más áreas del
cuerpo. Por lo general, la irritación no produce picazón. Las irritaciones
asociadas a la sífilis secundaria pueden aparecer mientras se cura el chancro o
varias semanas después de que el chancro se haya curado. La irritación
característica de la sífilis secundaria puede tomar el aspecto de puntos
rugosos, de color rojo o marrón rojizo, tanto en la palma de las manos como en
la planta de los pies. Sin embargo, también pueden aparecer irritaciones de
apariencia diferente en otras partes del cuerpo, que algunas veces se parecen a
irritaciones provocadas por otras enfermedades. Algunas veces, las irritaciones
asociadas a la sífilis secundaria son tan leves que pasan desapercibidas. Además
de las irritaciones, puede que se presenten otros síntomas durante la fase
secundaria, que incluyen fiebre, inflamación de los ganglios, dolor de garganta,
pérdida irregular del cabello, dolor de cabeza, pérdida de peso, dolores
musculares y fatiga. Los signos y síntomas de la sífilis secundaria
desaparecerán con tratamiento o sin tratamiento, pero la infección progresará
hasta las fases latentes y terciaria de la enfermedad, si no se administra
ningún tratamiento.
Fase terciaria
La fase latente (escondida)
de la sífilis comienza con la desaparición de los síntomas de la fase
secundaria. Sin tratamiento, la persona infectada seguirá teniendo sífilis aun
cuando no tenga ni signos ni síntomas; la infección permanece en el organismo. En
la fase terciaria, la sífilis puede lesionar los órganos internos, entre ellos
el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado,
los huesos y las articulaciones. Las lesiones internas pueden aparecer muchos
años más tarde. Entre los signos y síntomas de la fase terciaria de la sífilis
se encuentran la dificultad para coordinar los movimientos musculares, parálisis,
entumecimiento, ceguera gradual y demencia. Estas lesiones pueden ser lo
suficientemente graves como para producir la muerte.
Diagnóstico
Algunos proveedores de
atención médica pueden diagnosticar la sífilis mediante el examen del material
de un chancro (úlcera infecciosa) en un microscopio especial llamado microscopio
de campo oscuro. Si las bacterias de la sífilis están presentes en el chancro,
se notarán al microscopio.
El examen de sangre es otra
manera de determinar si una persona tiene sífilis. Poco tiempo después de que
una persona se infecta, el organismo produce anticuerpos que pueden ser
detectados mediante un examen de sangre seguro, preciso y económico. El nivel
de anticuerpos en la sangre será bajo durante meses o incluso años después de
que la enfermedad se ha curado. Dado que una sífilis no tratada en una mujer embarazada
puede infectar y posiblemente provocar la muerte de su bebé, toda mujer
embarazada debería hacerse un examen de sangre para la detección de la sífilis.
Tratamiento
Antiguamente se trataba con
mercurio, lo cual hizo famosa la frase Una noche con Venus y una vida con
Mercurio, pero este tratamiento era más tóxico que beneficioso.
En 1901 el bacteriólogo
alemán Paul Ehrlich sintetizó el Salvarsán, un compuesto orgánico del arsénico,
concebido específicamente para el tratamiento de la sífilis y que se convirtió
en uno de los primeros fármacos sintéticos eficaces para la curación de enfermedades
infecciosas. El Salvarsán (y su derivado, el Neosalvarsán) se abandonaron a
partir de 1944, en favor del tratamiento antibiótico con penicilina, mucho más
eficaz. Para probar la penicilina, durante los años 1946 a 1948 Estados Unidos
llevó a cabo experimentos sobre sífilis en ciudadanos de Guatemala sin el
consentimiento ni conocimiento de los hombres y mujeres que fueron utilizados
como cobayas.
Hoy la sífilis se puede
curar fácilmente con antibióticos, como la penicilina, durante la fase primaria
y secundaria. La penicilina también actúa en la última etapa aunque en ese caso
debe ser penicilina g-sódica por vía intravenosa, ya que es la única forma de
que se difunda el antibiótico por el LCR líquido cefalorraquídeo, que es donde
se encuentra la bacteria durante esta última fase. Quienes la padecen deben
llevar una vida saludable con una dieta equilibrada y un sueño adecuado. La
bacteria Treponema pállidum, es una espiroqueta y puede ser tratada con penicilina
benzatínica, en forma de inyección intramuscular. No se justifica el uso de
otros antibióticos ya que no se han reportado casos de resistencia a la
penicilina.
La dosificación de la
penicilina depende del estadío de la enfermedad, variando desde una dosis única
en infecciones primarias hasta esquemas en donde es necesario suministrar
varias dosis del antibiótico (sífilis tardía o en estados de latencia tardía).
En pacientes alérgicos a la
penicilina se puede optar entre doxiciclina, macrólidos y ceftriaxona.